En su nuevo informe anual sobre tráfico global de armas de fuego, la Oficina de las Naciones Unidas para las Drogas y el Delito (ONUDD) señaló que los datos de decomisos de 2016 a 2017 indican que el flujo de armas de fuego en la frontera mexicano-estadounidense “parece presentarse en lotes individuales de menor tamaño que el patrón global general”.
En todo el mundo, los decomisos excepcionalmente grandes —que se definen como decomisos de 18 o más armas— representan cerca de la mitad del total incautado en las fronteras. Sin embargo, en la frontera entre México y Estados Unidos, las incautaciones inferiores a seis armas constituyen entre el 60 y el 70 por ciento del total. El de mayor tamaño fue de una de 60 armas, mientas que los demás fueron de menos de 20, y casi la mitad comprendían una sola arma.
Este movimiento de armamento en cargamentos constantes y pequeños se conoce como “tráfico hormiga”. Aunque los contrabandistas parecen no tener relación con grupos criminales, la gran escala del tráfico hormiga entre Estados Unidos y México y la evidencia de que muchas veces las armas se adquieren de un proveedor centralizado, pero luego se dispersan para su transporte, indican que hay participación de grupos mexicanos de crimen organizado.
Un análisis de los comunicados de prensa de la Patrulla de Aduanas y Fronteras (CBP) de Estados Unidos entre los meses de mayo y julio indican que los decomisos de una a dos armas de fuego fueron comunes, principalmente en los puntos de ingreso y salida de Yuma, Arizona y Del Río, Texas.
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