Coyne estaba desanimado porque se suspendieron todos sus recitales, no había forma de interpretar canciones ante el público, hasta que un amigo le dio la idea de meterse en un globo gigante y que la gente haga lo mismo, en un lugar espacioso.

El artista consultó con sus productores y estos con los dueños de unos terrenos grandes en Oklahoma City, y vieron que era factible. Consiguieron las burbujas transparentes donde ingresan tres personas cómodamente y se pusieron manos a la obra, primero ensayando la situación hasta que resolvieron cada detalle. Luego promocionaron el show, que desde el principio tuvo buena acogida de la gente, porque era novedoso y muchos querían romper la rutina del encierro en sus casas.

Cada globo llevaba un altavoz para escuchar bien el concierto, una botella de agua, un ventilador y una toalla. Quienes querían ir al baño tenían que avisar a los organizadores para que lo guíen, con todas las medidas de seguridad, y luego lo regresen a su lugar.

Además, cada burbuja tenía oxígeno para una hora y diez minutos, suficiente para el concierto programado para 60 minutos. Luego y en orden la gente salía del globo y se dirigía a la puerta de salida para regresar a sus casas, informa el diario El País.

Ante el éxito del recital le propusieron a la banda de rock ofrecer una segunda presentación, que aceptaron y llevaron a cabo con la misma respuesta positiva del público, que volvió a llenar el lugar del concierto. 

The Flaming Lips aún no ha decidido si seguirá ofreciendo estos recitales, pues se trata de eventos con altos costos y una logística considerable.