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2022-09-06 12:30:43 PM
Cómo se mezclan las milicias religiosas y las masculinidades guerreras en Río de Janeiro
La crisis de seguridad en Río de Janeiro no muestra señales de terminar, y no existe un único culpable; dados los incesantes enfrentamientos entre pandillas y fuerzas de seguridad, se han ignorado aspectos como el papel que juegan las cuestiones de género y la religión en la violencia.

¿Cómo afecta a las mujeres la militarización de las favelas marginadas? ¿Por qué se ha agudizado la violencia basada en género? Y ¿por qué una milicia con orígenes neopentecostales le declaró la guerra al Comando Rojo (Comando Vermelho, CV).

Para entender estos problemas, InSight Crime conversó con Kristina Hinz, investigadora sobre género y crimen organizado en el Laboratorio para el Análisis de la Violencia, de la Universidad estatal de Río de Janeiro, en Brasil.

Desde febrero de 2022, entre otros proyectos, Hinz escribe una columna para la Fundación Open Society, titulada Mujeres en tiempos aciagos: perspectivas feministas sobre violencia, seguridad y crimen organizado en Brasil (“Women in Dark Times: Feminist Perspectives on Violence, Security, and Organized Crime in Brazil”).

InSight Crime (IC): Para comenzar, ¿cómo terminó estudiando la interrelación entre género, religión y crimen organizado en Río de Janeiro?

Kristina Hinz (KH): Vivo en Río de Janeiro desde 2010, y al poco tiempo de estar allí me interesé por los problemas de violencia y seguridad. La importancia crucial del género y la religión me llamó la atención tras el juicio político de la expresidenta Dilma Rousseff en 2016. Los pastores evangélicos tuvieron un rol determinante en la destitución de la primera presidenta de Brasil.

La destitución de Rousseff provocó un retroceso en los derechos de las mujeres, tendencia que se agravó durante la administración Bolsonaro. Pero lo que definitivamente me abrió los ojos fue la brutal ejecución de Marielle Franco a manos de paramilitares en 2018. Quedé con la pregunta: ¿Por qué la atacaron a ella? ¿Por qué no a un hombre?

Comencé a considerar seriamente preguntas como ¿qué rol juega el género en la construcción social del crimen? ¿Cómo difieren la violencia estatal y criminal en relación con el género? En esta discusión, las figuras religiosas son un componente de enorme importancia, en cuanto ofrecen discursos morales convenientes para una gobernanza efectiva, criminal o no.

IC: ¿Cómo se inició su columna sobre género y crimen organizado?

KH: En Brasil, los estudios que se ocupan de la violencia y la seguridad suelen dejar de lado el género, mientras que los investigadores sobre género han dejado de lado la realidad de la guerra contra las drogas. Mi trabajo se propone usar el género como punto de partida y de llegada para abordar temas relacionados con la violencia y la seguridad, como la violencia policial, el tráfico internacional de armas, las dinámicas de las organizaciones criminales y la violencia política. Estos son tópicos de gran relevancia para la sociedad brasileña, en especial para las mujeres que habitan las periferias urbanas.

IC: En esa columna, usted ha conceptualizado la guerra antinarcóticos como una confrontación entre masculinidades guerreras. ¿Cómo se manifiesta eso en ciudades como Río de Janeiro?

KH: La guerra antinarcóticos coordinada por el Estado está regida por una lógica militar masculina, donde el enemigo es el traficante de drogas, a quien se retrata como una figura masculina animalista, que por lo general se asocia con un hombre joven, pobre y negro, un estigma en la sociedad brasileña. Para enfrentar este enemigo interno, la policía actúa como soldados en guerra, tratando de conquistar territorio, neutralizar e incluso eliminar a los delincuentes.

Entiendo la guerra antinarcóticos como una confrontación entre dos masculinidades guerreras: por un lado, el policía, y por el otro, el narcotraficante. Las medidas de gobernanza no militar quedan descartadas, mientras que la población es forzada a tolerar acciones autoritarias con un irrespeto absoluto por los derechos humanos.

Esta lógica bélica masculina ha ganado fuerza y se ha impuesto en el gobierno de Jair Bolsonaro. El año pasado, las fuerzas de policía asesinaron a más de 6.000 personas en Brasil.

Otro efecto de la lógica bélica masculina en la seguridad pública es la expansión de los grupos paramilitares. En la actualidad, las milicias ya controlan más de la mitad de la ciudad de Río de Janeiro, con cobros de cuotas de protección, manejo de la distribución de gas y transporte alternativo, así como la propagación del miedo y el terror entre la población local.

IC: ¿Qué efecto tienen estas masculinidades guerreras en las tasas de violencia basada en género?

KH: Las mujeres portan heridas, muchas veces invisibles, como resultado de una política fallida de seguridad pública. Las casas de las parejas y madres de los traficantes suelen ser invadidas y vandalizadas por parte de las fuerzas policiales. Muchas veces, estas mujeres se ven sometidas a acoso sexual y diversas formas de tortura, lo que parece una forma de venganza y un “mensaje” a sus parejas.

Si las fuerzas de policía no pueden atrapar a los traficantes, persiguen a las mujeres cercanas a ellos. En esta mentalidad machista, que allanen la casa de tu madre o torturen a tu novia es una humillación extrema, quizá incluso mayor que la muerte.

IC: Obviamente, la prevalencia de armas ilegales ha sido una preocupación mayor en ciudades como Río. ¿Cómo incide, si lo hace, el género en ese fenómeno?

KH: El nexo entre la violencia contra las mujeres, el crimen organizado y el desvío de armas hacia grupos criminales se pone en evidencia especialmente en el caso de la diputada Marielle Franco, quien fue asesinada en 2018, al parecer por grupos paramilitares.

Este es un crimen político que está sin resolver por ahora, pero se sabe que el arma homicida fue una subametralladora Heckler & Koch MP5, de Alemania. En Brasil, esa arma es de uso privativo de unidades especiales de la policía civil y militar, la policía federal y algunas unidades de las fuerzas armadas.

Ese hecho ha suscitado interrogantes para el tráfico internacional de armas. El Tratado para el Comercio de Armas (Arms Trade Treaty, ATT), del que Alemania es signataria, requiere que los países exportadores de armas evalúen el riesgo de desviación y el uso de armas para facilitar o cometer actos de violencia basada en género. Después de una gran presión por parte de la sociedad civil alemana, Heckler & Koch suspendió la venta de armas a Brasil.

La circulación de armas de fuego es un factor decisivo en el brutal incremento de la violencia, incluidos los feminicidios, que Brasil ha experimentado en años recientes. El compromiso de los países signatarios del ATT debe ser activo, no solo retórico. Estos países no pueden ignorar los altos índices de violencia contra las mujeres en Brasil ni las turbias relaciones entre las fuerzas de seguridad y el hampa.

IC: También ha escrito sobre el Complexo de Israel, en Río, y la llamada “narcomilicia neopentecostal”, asociada a este. ¿Puede contarnos de qué se tratan?

KH: El llamado “Complexo de Israel” es una alianza entre narcotraficantes, iglesias evangélicas y grupos paramilitares que actualmente controlan un extenso territorio en la zona norte de Río, que abarca una población de al menos 130.000 personas en cinco favelas: Vigário Geral, Parada de Lucas, Cidade Alta, Cinco Bocas y Pica-Pau.

Esta alianza combina el modus operandi del narcotráfico, que busca la expansión a mercados y territorios con un fundamentalismo religioso que considera a los no evangélicos como seguidores del diablo.

Lo que se libra en la Zona Norte es por tanto una “guerra santa”. Por un lado, tenemos narcotraficantes evangélicos, que incluyen varias milicias y la segunda mayor pandilla de Río, el Tercer Comando Puro (Terceiro Comando Puro, TCP). Varios líderes del TCP se convirtieron al neopentecostalismo mientras purgaban penas en prisiones del estado.

Por otro lado, está el mayor rival, el Comando Rojo (Comando Vermelho, CV), una antigua pandilla que se ha asociado tradicionalmente con religiones afrobrasileñas, como el Candomblé y Umbanda. Por esa razón, en el Complexo de Israel se han destruido los templos Candomblé, y sus sacerdotes han sido desterrados.

Esta alianza se está expandiendo a otras favelas de Río de Janeiro, donde otras pandillas narco se han unido de manera voluntaria al Complexo de Israel. También se han encontrado copias de este modelo, como el intento reciente de crear un “Complejo de Jerusalén” (Complexo de Jerusalem) en las periferias de la ciudad.

IC: ¿Qué cambios claves cree que podrían mejorar la situación de seguridad en Río y en Brasil?

KH: Veo cuatro áreas centrales de intervención. En primer lugar, Brasil necesita una profunda reforma a la policía que rompa con la lógica militarizada y masculina. La “seguridad” no puede implicar una guerra que ha victimizado a más de 10.000 personas en los últimos diez años, como ha ocurrido en Río de Janeiro. Cualquier programa de seguridad también será inútil si no incluye los derechos de las mujeres y sus necesidades específicas de protección y asistencia.

En segundo lugar, Brasil debe revisar su legislación sobre armas e investigar con todo el rigor cómo se desvían estas. Los abusos contra los derechos humanos en el país también demandan mayor responsabilidad de los exportadores de armas, como Francia, Alemania, Bélgica y Reino Unido. Es una necesidad urgente que estos países demuestren su compromiso con las directrices del ATT y evalúen el uso que se les está dando a sus armas en Brasil.

En tercer lugar, Brasil debe combatir efectivamente a las milicias desde la raíz, apuntando a sus fuentes de financiamiento y a las estrategias para su expansión. Y en cuarto lugar, Brasil debe revisar su actual política de drogas.

* Esta entrevista se editó para darle más concisión y claridad.




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