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2023-11-21 07:25:45
¿Cuán robusta es la economía de Israel?
Decenas de miles de israelíes han sido alojados en otras partes del país, tras ser evacuados de sus hogares en la frontera con la Franja de Gaza. Muchos esperan a que terminen los combates en apartamentos vacacionales u hoteles, como en Eilat, en el Mar Rojo. Muchas personas también han huido o han sido trasladadas desde las regiones fronterizas del norte con el Líbano a zonas más seguras del país. En general, las cifras estimadas de israelíes evacuados varían entre 200.000 y 250.000.

Hasta el momento, alrededor de 360.000 reservistas han sido llamados a luchar contra Hamás, la Yihad Islámica y Hezbolá, grupos clasificados como terroristas por Estados occidentales y algunos árabes. En las zonas de evacuación, las empresas cerraron.

Además, desde la masacre de Hamás el 7 de octubre, en la que murieron unas 1.200 personas, ya no viajan turistas al país. Casi ninguna aerolínea extranjera vuela a Israel, afirma en una entrevista con DW Dan Ben-David, economista del Instituto Shoresh y de la Universidad de Tel Aviv. Y esto en un país donde mucha gente vive del turismo. El economista confirma que la vida económica prácticamente se ha paralizado. Pero,

¿cómo puede el Estado de Israel sobrevivir en semejante situación?

"El hecho de que la gente esté siendo evacuada significa que tiene que vivir en algún lugar. Y muchos de ellos se alojan en hoteles, que alguien tiene que pagar", dice Ben-David.

Todo esto está hasta ahora bajo control. "Pero los efectos dependen de una amplia gama de variables: ¿Cuánto durará la guerra? ¿Intervendrá Hezboláh en la guerra? Y si la guerra continúa, ¿cuánto tiempo necesitaremos a los reservistas?".

Si 360.000 personas están en el Ejército, eso significa que sus cónyuges tampoco pueden trabajar. Al fin y al cabo, alguien tiene que cuidar de los niños, sobre todo, porque muchas escuelas están cerradas, dice Ben-David.

La dependencia de Israel de la alta tecnología

"En Israel, sólo alrededor del diez por ciento de los empleados trabajan en alta tecnología, pero son responsables de más del 50 por ciento de nuestras exportaciones", explica el profesor de la Universidad de Tel Aviv.

Estas personas son relativamente jóvenes y un gran número viste uniforme militar en Gaza o en la frontera libanesa y no trabaja. Este no es un problema proporcional en el que el producto interior bruto (PIB) cae un 20 por ciento si el 10 o el 20 por ciento de los trabajadores son reclutados por el Ejército, según Ben-David.

Se trata de quiénes son estas personas. En el Ejército sirve, sobre todo, gente joven y con una buena formación, que suele ser la que tiene mayor productividad. "Por otro lado, aquellos que no están sujetos al servicio militar, por ejemplo, los ultraortodoxos o los árabes israelíes, tienen una productividad muy baja", subraya el economista.

Gilad Malach, director del Instituto de Democracia de Israel, calcula que casi la mitad de todos los hombres ultraortodoxos no tiene trabajo. Ellos y sus familias (la mayoría tiene familias numerosas) viven de subsidios estatales por valor de miles de millones, que a los socios de la coalición ultraortodoxa del primer ministro, Benjamin Netanyahu, les gustaría aumentar aún más.

El daño económico es aún mayor, porque precisamente los israelíes productivos y con una buena formación están ahora completamente excluidos de la actividad económica, como resultado de su reclutamiento. "Debido a que dependemos tanto de la alta tecnología, lo que es a la vez bueno y malo, hemos depositado todos nuestros mejores huevos en una sola cesta", dice Ben-David. Esto significa que todos en Israel tendrán problemas si la industria de alta tecnología sufre un revés.

La industria de alta tecnología, salvadora de la crisis

En el pasado, la industria de alta tecnología protegió a menudo a Israel de peores situaciones de crisis económicas. La alta tecnología ayudó a Israel a salir más rápidamente de las recesiones o evitar crisis económicas que afectaron al resto del mundo.

Después de la segunda Intifada (de septiembre de 2000 a febrero de 2005), el país estuvo por los suelos durante bastante tiempo hasta que disminuyeron los numerosos ataques suicidas y el Ejército israelí logró hacerse con el control militar sobre la Cisjordania palestina, recuerda Ben-David.

"Pero la recuperación económica posterior fue fenomenal, porque la alta tecnología fue el principal motor de crecimiento. Luego, vino la gran recesión de 2008 y 2009, la peor recesión en el mundo occidental desde la Gran Depresión de la década de 1930. Pero Israel ni tan siquiera la sintió, porque la industria de alta tecnología en todo el mundo apenas lo notó. Y como aquí la alta tecnología es muy importante, nosotros no la notamos", enfatiza.

Israel superó la pandemia de COVID-19 de manera similar. Todos los países se vieron afectados por la pandemia; millones de personas en los países industrializados apenas trabajaron durante un tiempo. "Pero Israel se recuperó con más rapidez que casi todos los demás países de la OCDE. Y de nuevo fue la industria de alta tecnología la que no se vio tan afectada globalmente. Y dado que la alta tecnología es mucho más importante para la economía de Israel que en otros lugares, nuestra economía se recuperó más notablemente", resume el economista.

La conclusión de Ben-David es así de clara: si la guerra contra Hamás no dura demasiado y Hezbolá no entra en la guerra en el Líbano, entonces la economía israelí podría regresar rápidamente a su antigua fortaleza.

Las protestas contra la reforma judicial frenan las inversiones

Según el economista, si esto sucede o no, depende sobre todo de si el primer ministro, Benjamin Netanyahu, y su entorno político permanecerán en el poder en el futuro. Hasta la masacre de civiles israelíes del 7 de octubre, se produjeron protestas masivas contra la reforma judicial de Netanyahu, que mantuvieron al país en vilo.

"Aunque no se produjo un estancamiento económico total, las inversiones cayeron significativamente. Las inversiones en los sectores de alta tecnología y los precios de las acciones también cayeron. Muchos israelíes retiraron su dinero del país y el nuevo séquel, la moneda israelí, se devaluó significativamente", afirma el economista.

Para Ben-David, la verdadera pregunta es qué sucederá después de la guerra: "Si podemos expulsar a Netanyahu y a su entorno y restablecer el orden, la industria de alta tecnología probablemente debería permanecer intacta. Pero, ¿qué pasaría si no?".

Entonces, teme que no sólo saldría más dinero de Israel, sino que muchas personas y empresas de alta tecnología también le darían la espalda al país.

Antes de la guerra, ya había surgido una cierta tendencia entre las empresas emergentes. En lugar de Israel, la mayoría de las nuevas empresas fundadas eligieron Estados Unidos y otros lugares en los primeros nueve meses de 2023.

"Cuando estas nuevas empresas se desarrollen y empiecen a ganar dinero, los ingresos fiscales ya no fluirán hacia Israel, sino hacia donde están ahora", resume Ben-David.

El hecho de que varios empresarios destacados de alta tecnología no está de acuerdo con el rumbo político de Netanyahu se vio en las protestas masivas contra la reforma judicial. Muchos de los líderes de las manifestaciones procedían del sector de la alta tecnología, como los empresarios Moshe Radman y Ami Dror.

"Lo inusual es que en el pasado, estas personas de alta tecnología nunca se habrían involucrado en nada que tuviera que ver con política. Estaban demasiado ocupadas desarrollando ideas y ganando dinero. No querían tener nada que ver con política. Pero cuando se dieron cuenta de que el futuro del país estaba en juego, reaccionaron", afirma Ben-David. Ellos fueron los principales financiadores de las protestas.

Su temor es que representantes clave de la industria de alta tecnología puedan abandonar Israel si Netanyahu permanece en el poder. Además, muchos científicos o médicos también podrían estar pensando en abandonar Israel.

Otra figura central de las protestas es la conocida científica Shikma Bressler. Esta física es profesora en el principal centro de investigación del país, el Instituto de Ciencias Weizmann. Esta mujer de 43 años, madre de cinco hijos y líder destacada de las protestas contra la reforma judicial, no solo trabaja en Israel como como física de partículas y astrofísica. Bressler también realiza investigaciones en el centro europeo de investigación nuclear CERN, cerca de Ginebra, conocido sobre todo por su acelerador de partículas.

Miedo a la fuga de cerebros

Según Ben-David, es un riesgo real que se pueda producir un éxodo de académicos. Esto fue evidente en el caso de los médicos ya antes del 7 de octubre. En agosto y septiembre pasados, muchos médicos israelíes solicitaron al Ministerio de Salud de su país certificados oficiales que indicaran qué trabajo médico realizan y cuánto tiempo llevan trabajando, informa The Economist. "Este es siempre el primer paso para postularse en el extranjero y trabajar allí como médico". El número de estas solicitudes ha aumentado mucho últimamente.

Para Ben-David, el hecho de que políticos y generales de Israel quieran poner fin a la guerra contra Hamás en un plazo de seis a doce meses, no significa que 360.000 personas puedan permanecer en servicio permanentemente como reservistas. Por lo tanto, el Ejército debe utilizarse de manera mucho más eficiente, "porque la gente tiene que volver a trabajar, alguien tiene que pagar impuestos y mantener a su familia".

Enormes cargas financieras

Según la agencia de noticias Bloomberg, la guerra le está costando a Israel alrededor de 260 millones de dólares al día. Sólo en octubre, el déficit presupuestario de Israel se multiplicó por siete. A finales de octubre, la moneda nacional cayó a su nivel más bajo en once años frente a la moneda estadounidense. Desde entonces, se ha estabilizado de nuevo, tras las intervenciones del Banco Central israelí. Pero, para noviembre, el Ministerio de Finanzas en Jerusalén anunció que aumentaría el endeudamiento estatal en un 75 por ciento más.

"Israel es un país en guerra, donde el gasto se dispara, los ingresos caen y los costos de endeudamiento aumentan", sintetiza el columnista de Bloomberg Marc Champion.

Un país pequeño con grandes desafíos

La ciudad natal de Dan Ben-David, Kokhav Ya'ir, cerca de la ciudad de Kfar Saba, en el centro de Israel, limita directamente con la "Línea Verde". La línea de armisticio, que definió la frontera del Estado judío después de la Guerra de Independencia en 1949, todavía delimita en la actualidad la frontera con Cisjordania en esta parte de Israel. En este lugar, Israel tiene sólo unos 16 kilómetros de ancho y es extremadamente vulnerable.

"Mi comunidad limita directamente con la Línea Verde. Eso significa que, si Cisjordania se moviliza, nos veremos directamente afectados", señala Ben-David.

Israel no tiene ni el tamaño territorial ni suficiente población para librar guerras largas. "Y es por eso que tenemos que atacar de manera devastadora. Para poner fin a las guerras lo más rápido posible", explica.

A menos que Hezboláh intervenga en la guerra a gran escala, advierte. "Hezboláh puede bombardear grandes zonas de Israel y convertirlas literalmente en un aparcamiento, pero podemos hacerle cosas mucho peores al Líbano", dice Ben-David.

Él espera que haya un equilibrio en cuanto al espanto entre ambas partes, que la certeza de una destrucción mutua y segura impida que Hezboláh "se vuelva loco".

Si esto sucediera, Israel no tendría más remedio que contraatacar masivamente. "Y aquí estaríamos hablando de una situación completamente nueva en lo que respecta a la economía", concluye.




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