El torneo WTA de Cantón (18-23 septiembre), metrópolis del sur del país, será el primero desde antes de la aparición del covid, en 2019. No se espera la presencia de ninguna estrella del Top-20 del mundo, pero en todo caso el evento se verá profusamente bajo los focos.
Organizadora del circuito femenino, la WTA había anunciado esta "suspensión" en diciembre de 2021, y exigió de Pekín garantías sobre la suerte de la china Peng Shuai, quien había acusado a un antiguo dirigente de una relación sexual "forzada".
Es "más importante que los negocios", insistía entonces Steve Simon, presidente de la WTA, mostrándose dispuesto a sacrificar grandes intereses económicos ligados al mercado chino.
Giro de guión en 2023: la WTA anuncia el regreso de los torneos, a pesar de que, según la instancia, "la situación no ha mostrado ningún signo de cambio" en lo relativo a Peng Shuai.
"Una capitulación total", en opinión del analista deportivo Mark Dreyer, con base en China. "Porque era evidente para cualquiera que conozca China que no llevaría una investigación libre e imparcial sobre las acusaciones de agresión sexual", explica a la AFP.
"Casi habría sido mejor" para la WTA en términos de imagen "si no hubiera adoptado esa postura", subraya Dreyer, autor de 'Sporting Superpower', un libro sobre las ambiciones deportivas del gigante asiático.
La suspensión era de todas formas muy simbólica, ya que en aquel momento los torneos ya estaban suspendidos en China debido a las medidas sanitarias contra el covid. Las competiciones internacionales no se reanudaron hasta 2023.
- Decisión financiera -
En un largo mensaje publicado en internet en noviembre de 2021, Peng Shuai, antigua N.1 del mundo en dobles y actualmente de 37 años, reconocía su tormentosa relación con un antiguo alto cargo del gobierno chino, Zhang Gaoli, un hombre casado 39 años mayor que ella.
La tenista indicaba en una frase que se había sentido "forzada", un día, a aceptar un encuentro sexual.
China supone un enclave casi ineludible para la WTA, habida cuenta de la calidad de las infraestructuras y de las inversiones locales, de los derechos televisados y del patrocinio.
"La decisión del regreso es financiera", declara a la AFP Lionel Maltese, profesor en la universidad de Aix-Marseille, organizador del torneo ATP de Marsella y antiguo miembro del comité ejecutivo de la Federación Francesa de Tenis (FFT).
"Los ingresos generados en China impactan fuertemente en la financiación y en los ingresos del conjunto de las jugadoras porque los torneos tienen dotaciones y garantías importantes".
Antes del covid, la WTA organizaba en China 10 torneos al año, dotados en total con 30 millones de dólares (28 millones de euros).
Entre ellos figuraba su Masters de fin de temporada, en Shenzhen (sur), que comprendía dotaciones récords para el circuito femenino.
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