Tras el procedimiento la hipótesis del crimen fue afianzado, al verificarse nuevas evidencias.
Una de estas se refiere al arma homicida, que no se ha hallado en el sitio, y que pertenecería a Ibarra, quien siempre lo llevaba en la riñonera. De los dos balazos impactados en la cabeza del extinto, se encontró solo una vainilla.
En la cocina, donde se habría producido el crimen, se había dispuesto dos sillas, frente a frente. Teniendo en cuenta la altura del ex fiscal, más de 1,90 de alto, y la dirección de las balas, se estima que la “ejecución” se dio mientras victima y victimario se hallaban sentados.
Una presunción de la policía, es que el asesino pudo haber llegado con el ex fiscal, y esta famiiaridad, explicaría0 que en el escenario en que fue econtrado muerto, no existe ningún signo de pelea o puja.
Familiares y amigos de Ibarra puntualizaron que este mantenía atado a su perro durante el día, y lo soltaba en el patio a la noche. Cuando en el primer allanamiento hallaron el cadáver de Javier, el perro se encontraba suelto em el patio
Experto en armas, Javier Ibarra tenía un pequeño “arsenal” en su vivienda, los intervinientes hallaron 9 en total, entre pistolas, revólver y dos largas.
Del análisis de los dos celulares que tenía Ibarra, además de los trabajos (de abogacía) que tenìa en el secor privado, podrían aportar algo más de luz sobre el caso.
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