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2022-12-04 21:52:28 PM
Estela Ruíz Díaz: Se tocó fondo
Las campañas electorales deberían ser plataformas donde los candidatos expresen y confronten su idea de país, hacia dónde ir, cómo convivir en la sociedad y la imagen que se quiere proyectar al mundo. Últimamente, ese debate mínimo que hacía referencia a estos temas ha cedido lugar a la descalificación, el exabrupto, el atajo fácil de la violenta confrontación y la desinformación al solo efecto de destruir. El otro ya no es el adversario, sino el enemigo.

Las campañas sirven también para que los contendientes se saquen los trapos sucios al sol. Los protagonistas apelan al prontuario del otro para tapar el suyo, pero aún así destacaban sus diferencias sobre el rol del Estado, la economía, la educación, la pobreza, la Justicia. En la ANR este tono es común, las acusaciones son moneda corriente y aunque la sangre llegue al río, apenas terminan las internas, las heridas se cicatrizan para seguir en el poder y así seguir controlando los negocios el Estado en su perfecta repartija territorial para que los caciques dirijan las licitaciones, manoteen los fondos para la educación, las rutas o la agricultura, asignen fiscales, policías, jueces, docentes y médicos para que la rueda siga girando en beneficio de los mismos grupos que se turnan según dicten las urnas.

Pero de un tiempo a esta parte, la campaña se ha teñido de otros elementos más peligrosos, menos tangibles, pero de fuerte impacto emocional que está arrasando no solamente programas sociales sino apuntan a la eliminación de derechos que se han conquistado en 30 años de democracia. En un país con baja institucionalidad democrática y un Estado co-optado por diferentes mafias, es muy fácil frenar avances.

La campaña colorada ha entrado al túnel oscurantista, de irracionalidad sin límites. Se ha salido del marco meramente retórico de las típicas ofensas de campaña para destruir los mínimos consensos de la convivencia democrática.

El debate ya no es quién es más o menos demócrata, más o menos corrupto, sino quién vocifera con mayor cinismo los prejuicios, las ideologías, los miedos, las mentiras. Coincidentemente, quienes representan esta corriente no se destacan en la sociedad por su altruismo. Son los principales culpables de la putrefacción de la República: corruptos, narcopolíticos, contrabandistas, eternos ladrones de la merienda escolar, de las máquinas de diálisis, de los medicamentos, del derrumbe de las escuelas, de las rutas mal hechas. En fin, los arquitectos de este país corrupto y desigual, de unos pocos privilegiados que aplastan a los que ponen el hombro para que, a pesar de ellos, la sociedad avance y se destaque en algunas áreas.

EL AVANCE. La primera luz amarilla de la soberbia incultura fue el ataque al proyecto de Transformación Educativa. Los sectores ultraconservadores religiosos capitaneados por los cartistas lograron frenar el debate a pesar de la urgencia del tema. El Gobierno, debilitado, no tuvo la capacidad de sostener su plan ahogado en su propia incompetencia. Cayó también en la trampa y se sumó al desvarío colectivo por razones meramente electorales.

Este éxito perverso dio alas a Honor Colorado. El humo “provida” y “profamilia” les sirvió para cubrir la vergüenza de que su líder principal haya sido humillado internacionalmente al ser designado significativamente corrupto por EEUU y se reabra el debate sobre su fortuna y su sistema de cooptación institucional. O que su lista esté integrada por candidatos que deben estar entre las rejas. Contrariamente a campañas anteriores, el oficialismo, que comparte los mismos pecados en cuanto a sus cuestionadas candidaturas, decidió subirse a la misma ola antiderechos, repitiendo la mitología de la ideología de género.

En este tren desquiciado que sigue su rumbo de colisión con la racionalidad, la Cámara de Diputados dio media sanción al proyecto de ley que deroga el convenio de financiación entre la Unión Europea y Paraguay para el programa de apoyo a la educación. Desde el Ministerio de Educación explicaron que el fondo de 38 millones de dólares sirve como apoyo a la merienda y la provisión de útiles escolares.

“Esto no le perjudica al MEC. Les perjudica a los niños que reciben sus almuerzos allá en los bañados. Se les está cercenando su futuro”, explicó el ministro Nicolás Zárate.

El diputado Basilio Núñez, principal vocero del cartismo, festejó la aprobación. “Es una legislación perversa e indigna para niños y jóvenes”. La diputada María Cristina Villalba admitió que afectaba la merienda escolar y, para paliar la carencia, cual María Antonieta tropical aconsejó a las mamás a tostar maní con avatí morotí (maíz blanco) y “poner en la bolsita para llevar a la escuela”.

Los opositores no quedaron atrás. Algunos “liberales” señalaron que la UE es la herramienta de Europa para instalar la ideología de género. La bancada de Patria Querida fue la más contradictoria. Dijo que no correspondía la derogación, que era una manipulación, pero Rocío Vallejo y Sebastián Villarejo se amilanaron y se alinearon a la posición cartista. La encuentrista Norma Camacho hizo lo mismo.

“Que lleven sus dólares, pero no van a llevar la dignidad y las buenas costumbres de los paraguayos”, dijo también la diputada Villalba, olvidando que el gobierno de Cartes recibió de la Unión Europea 46 millones de dólares para la educación. El entonces ministro Enrique Riera agradecía empalagoso a la “antigua y querida Europa”. Entonces no eran lacayos.

Aunque aún falta saber qué decidirá el Senado, en un atisbo de racionalidad, el presidente Mario Abdo anunció el veto.

LO QUE SE JUEGA. En 14 días se realizarán las internas para elegir candidatos de cara al 2023. Esta campaña es reveladora porque muestra el verdadero rostro de los contendientes y de qué son capaces. Quiénes están dispuestos a destruir todo para llegar al poder, no para mejorar las condiciones de la mayoría de los ciudadanos, sino para blindarse a sí mismos, para perpetrar las mismas injusticias, los mismos robos, distorsionando las instituciones de la República. Que en el fondo son iguales, aunque pugnen en movimientos diferentes.

Por ello, el 2023 no será simplemente una disputa electoral para desterrar a los viejos malevos de la política. Será la gran guerra para frenar el neofascismo disfrazado de soberanos repentinos, nacionalistas trasnochados, “providas” antiderechos.

La lucha será entre quienes quieren defender esta democracia frágil e imperfecta, pero respirable para todos, contra quienes plantean un país excluyente con las minorías y violento con sus detractores.

Textual

“Se monta una historia con datos de la realidad y se monta un escenario ficticio, una falacia para ponerme en pie de igualdad de otros que sí se dedicaron a eso (en referencia a Antonio Fretes). Se arma una historia falaz en la cual me quieren involucrar y condenar ya políticamente a una supuesta situación de tráfico de influencias, cosa que jamás he hecho. Más allá de que tenga un hijo que litiga en la profesión, no estoy metida en ninguna rosca ni esquema extorsivo. Desde que llegué al Poder Judicial he cumplido con mi compromiso”.

(Carolina Llanes, ministra de Corte Suprema)




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