Cuando se anunció la vuelta de los entrenamientos, el plantel del Águila se negó a presentarse por la falta de pago, que en ese entonces era desde diciembre del 2019. Cuando había que hacerse las primeras pruebas de COVID-19, los futbolistas volvieron a decir que no, pero luego de una nueva “promesa”, se ralizaron los test.
A diferencia de los otros equipos, General Díaz arrancó una semana tarde los entrenamientos y fue gracias a la Asociación Paraguaya de Fútbol, que otorgó directamente a los futbolistas el dinero de la FIFA, en el marco del programa Evolución. La APF fue pagando todo a los futbolistas y el club, según los propios atletas, no les abonó un solo guaraní desde diciembre del año pasado.
El dinero de la FIFA fue calmando y la APF terminó haciéndose cargo de toda la obligación financiera del club luqueño, que hasta despidió a su cuerpo técnico por haber reclamado la deuda de tantos meses.
Luego de que la Asociación tuvo que solucionar todos los problemas económicos, la directiva del Águila volvió a poner en riesgo el reinicio del torneo. Contrató árbitros de la UFI – por ser más baratos – y rompió el protocolo que venía exigiendo a rajatabla la APF. Tal es así que ahora su primer partido está en riesgo y hasta podría perder por walkover, pues los futbolistas deben hacerse las pruebas y esperar los resultados, que recién estaría el jueves.
Al borde del abismo y muy cerca de retornar a la Intermedia, más aún porque el Clausura se acortará, General Díaz ha hecho todo mal y es el club que siempre puso en suspenso la vuelta del torneo Apertura, pero por malas obras de la directiva y no de los verdaderos protagonistas que son los futbolistas.
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