En ese momento, año 2005, nadie veía viable una reunión del grupo que creó obras maestras como Dark Side of the Moon y The Wall, ya que para entonces este llevaba inactivo 10 años, habiendo dado su último concierto oficial en 1995 durante la gira del que hasta ese momento era su último álbum, The Division Bell. Sin embargo, esta no era la cifra más sorprendente.

Si bien Floyd había seguido trabajando hasta mediados de los 90’s, lo cierto es que desde 1985 ya no contaban con el que había sido su principal fuerza creativa durante su época de mayor éxito, el bajista y compositor Roger Waters. Para ir a la última presentación de la banda con su formación clásica, que incluía tanto al mencionado Waters como a David Gilmour, Richard Wright y Nick Mason, había que trasladarse todavía más lejos en el tiempo, a 1980 durante la gira original del disco The Wall.

Para 2005 no era un secreto para nadie la razón por la que Waters se había apartado de sus compañeros y había abandonado la banda, la relación de los otros tres con él era poco menos que irreconciliable, al punto de que el bajista ni siquiera asistió a la inducción de Pink Floyd al Salón de la Fama del Rock and Roll en 1995. Es por este motivo que el organizador del Live 8, el músico y activista Bob Geldof (quien además había protagonizado la película del álbum The Wall) era considerado alguien descabellado por intentar unir a la legendaria agrupación.

Y lo cierto es que no fue fácil la negociación para convencer a los ya mayores músicos, diciéndoles entre otras cosas que solo serían 20 minutos, cuatro canciones como mucho, y que ayudaría a un montón de gente que lo necesitaba. Aunque Roger en un principio se mostró interesado, David Gilmour por su parte no se sintió entusiasmado y puso como excusa que estaba de gira.

Ante esto, el mismo Roger Waters decidió jugársela y llamar directamente a su excompañero guitarrista para decirle “hagámoslo”, y ante esta situación, finalmente David accedió y por ende Nick y Rick se sumarían.

Durante un corto set de apenas unos 24 minutos, Pink Floyd aquella noche en Hyde Park, Londres, demostró porque es una de las bandas más importantes de la historia de la música, con versiones de Breath, Money, Wish You Were Here y la hermosa Comfortably Numb para cerrar. Bastó y sobró para que el momento quedara inmortalizado para siempre demostrando el enorme impacto que la obra del grupo generó y sigue generando hasta el día de hoy.

El interés por la banda se desató luego de, por lejos, haberse robado el show tal y como lo hizo Queen en la primera versión del festival 20 años antes, aunque con otros recursos ciertamente. Esto causó que existieran millonarias ofertas para reunir al grupo para una última gira, pero simplemente quedó claro que aquello que pasó en Hyde Park fue cosa de una sola vez, la banda parecía expresar con esto que aquel miniconcierto era el cierre definitivo de un ciclo.

Y esto último quedó confirmado de manera trágica tan solo tres años después, cuando a finales del 2008 el tecladista del grupo, Richard Wright, falleció de cáncer y dejó toda posibilidad de reunir a la formación clásica de una de las bandas más importantes de la historia trunca.