El juicio oral fue suspendido en numerosas ocasiones y por diversos motivos, tanto que la comunidad nativa tuvo que venir a manifestarse, en diciembre del año pasado, frente al Palacio de Justicia para exigir más celeridad en el caso. Igualmente, muchos fiscales fueron cambiados en el caso, pero finalmente el abogado José Silguero representa al Ministerio Público en el contradictorio público.

La organización no gubernamental (ONG) Proteger, Amar, Salvar (PAS) acompaña de cerca el caso y realizó duras críticas al Instituto Paraguayo del Indígena (INDI) por desamparar a los aborígenes, quienes tuvieron que ver medios de transporte para llegar a Ciudad del Este y acompañar el juicio oral.

“Es una vergüenza, el INDI recién hoy (por ayer) pidió a la Itaipu Binacional un bus para que estas personas vengan al juicio oral. Obviamente no se pudo conseguir y vinieron por sus propios medios. Nunca tuvieron un amparo, un acompañamiento de la institución que tendría que asistirlos en forma permanente”, explicó la abogada Alice Monges, voluntaria de PAS.

Luego de algunos incidentes presentados por la defensa del acusado, el tribunal integrado por Zunilda Ocampos, Marino Méndez y Herminio Montiel, finalmente resolvió todo eso y dio inicio al juicio oral y público que debe concluir en los próximos días. Las víctimas de abuso sexual fueron niñas de 3 a 10 años, según expresaron.

LOS HECHOS

De acuerdo con los antecedentes, el pastor evangélico manoseaba a las niñas a cambio de darles golosinas, conocidas como “chupa chup”, siempre llevándolas a zonas más alejadas de la comunidad, lejos de la vista de los mayores. Explicaron los representantes de la querella que los hechos salieron a la luz en el 2018, pero que ocurrieron algunos años antes.

Tanto la querella como la organización PAS acompañan en forma permanente a la comunidad que es una de las más sobresalientes por su laboriosidad al Sur del Alto Paraná. Explicaron que no puede quedar impune los hechos que un hombre cometió, vulnerando la inocencia de las pequeñas, bajo el ropaje de un líder espiritual, ya que muchas de las víctimas no se reponen de ese golpe que sufrieron y que las marcan de por vida.