Pese a que en la actualidad las mujeres tienen todos los derechos reconocidos, esto no ha sido suficiente para dar una solución favorable a los diversos problemas que enfrentan a diario. Si pretendemos construir una sociedad equitativa, es muy importante para aquellas mujeres que se sientan vulnerables -tanto en lo laboral como en lo familiar-, que reconozcan sus necesidades, de tal forma a romper con las inequidades históricas y arraigadas. Es indispensable eliminar aquellas injusticias que día a día enfrentan, por el solo hecho de ser mujer.
En ese contexto, El Nacional conversó con la abogada, socióloga y especialista en Derechos Humanos, Diana Vargas, quien habló sobre la actual coyuntura y el papel de las mujeres en estos tiempos.
-¿Cuál es el escenario actual para la mujer desde la perspectiva de los derechos humanos?
Los derechos de las mujeres en Paraguay siempre tuvieron un reconocimiento tardío, tanto formal, es decir en las leyes, como en lo sustantivo, en la práctica, acompañándonos con otros países de la región.
En la actualidad, si bien la Constitución Nacional y por ende las leyes, reconocen el derecho a la igualdad, todavía persisten obstáculos para una igualdad real.
Por ejemplo, en el ámbito laboral, vemos que persiste la diferencia salarial. Pero más allá de lo cuantitativo, hay un aspecto muy relevante que tiene que ver con las labores de cuidado, tanto de hijos e hijas como de adultos mayores. Estas tareas generalmente a cargo de las mujeres, también significan una carga emocional, de tiempo y de recursos. Por tanto, termina también afectando el crecimiento o dedicación por parte de las mujeres. Debemos apuntar a políticas públicas que permitan conciliar la vida familiar con la vida laboral. Además de una distribución equitativa de las tareas del hogar, como ya en 1910, clamaba la primera abogada paraguaya, Serafina Dávalos.
-¿Qué se entiende realmente por violencia contra la mujer?
Tenemos una definición que nos trae la Ley Nº 5777, de protección integral a las mujeres, contra toda forma de violencia. También a la luz de instrumentos internacionales ratificados por el Paraguay.
Existe resistencia en reconocer que existen tipos de violencias que afectan de manera diferenciada a las mujeres. Podemos dar ejemplos cotidianos: un adolescente puede andar tranquilamente en bus o caminar en la calle y difícilmente reciba acoso o manoseos. Una adolescente es muy probable. Una mujer política generalmente es señalada por su aspecto físico o se buscan vincularla con alguna pareja sentimental. De la vida de los hombres políticos no importan estos aspectos.
-¿Cuáles son las causas de la desigualdad de género?
Una cultura patriarcal que ubica a las niñas y mujeres en situación de inferioridad, en la cual se naturalizan distintas formas de violencia y se reproducen estereotipos de género.
-¿Puede decirse que la crisis económica mundial ha tenido un impacto particular sobre las mujeres?
Sin dudas, vinculado también a las precarias condiciones de inserción laboral, y las limitaciones que ello genera para desarrollar actividades educativas y laborales.
Según una encuesta realizada por la Dirección General de Estadística, Encuestas y Censos (DGEEC) con los datos provenientes de la Encuesta Permanente de Hogares Continua 2018, reflejan la situación de las mujeres en el país en cuanto a su educación, empleo, ingresos y jefatura de hogar, entre otros puntos:
Las mujeres representan al 40,9% de la población, es decir unas 3.479.409 personas.
El promedio de años de estudio de las mujeres de 15 y más años de edad es de 10,1 años.
La tasa de empleo de las mujeres es de 54,9%, es decir, 1.358.653 mujeres se encuentran trabajando.
Las categorías ocupacionales de mayor concentración de las mujeres son Trabajadora por cuenta propia (30,1%), Empleada/Obrera privada (27,1%) y Empleada doméstica (17,0%).
El 32,9% de los hogares paraguayos están encabezados por mujeres.
El promedio de ingresos mensuales de las mujeres ocupadas es alrededor de G. 2.000.000, G. 685.000 menos que los hombres.
Esta fecha debería de dignificar y reivindicar a todas aquellas mujeres que luchan para exigir la transformación del mundo, a aquellas que pelearon por la igualdad de género, tanto social, como política, económica y familiar, en un pasado y presente tan resistente al cambio, donde aún persiste una problemática en torno a una verdadera equidad.
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