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2022-06-20
Un diente para la historia: entregan la macabra reliquia de Lumumba ocultada en un vaso de whisky
El lunes 20 de junio de 2022, más de 61 años después de su muerte, los restos mortales de Patrice Lumumba, primer ministro congoleño, fueron devueltos a su familia y a su país. Se trata de un diente que había guardado todos estos años uno de los policías belgas que se había encargado de eliminar todo rastro del héroe nacional. Durante años, su muerte fue un misterio.

Patrice Emery Lumumba apenas había estrenado la trentena cuando se convirtió en el primer ministro del Congo, en los últimos días del dominio belga sobre el territorio. En junio de 1960 en la ceremonia de traspaso de poder, el Rey belga Balduino dio un polémico discurso en que valoró el papel de su ancestro, el Rey Leopoldo II, por considerarlo un “civilizador” del país.

No mencionó que Leopoldo fue el causante de la muerte de alrededor de 20 millones de congoleños por la situación de esclavitud en la que vivieron para extraer caucho y marfil para el beneficio del monarca, ya que desde finales del siglo XIX hasta 1909 el territorio fue propiedad exclusiva de este Rey. No mencionó ninguna de las atrocidades cometidas. Se cree que Joseph Conrad, autor del libro El Corazón de las Tinieblas se inspiró al describir a uno de personajes precisamente en Leopoldo II, cuando escribió: “Arrancar tesoros a la tierra era su deseo, un deseo sin otro propósito moral que el de los bandidos que violan una caja fuerte”.

La negación y el olvido por parte de Bélgica no era algo que el nuevo primer ministro fuera a perdonar.

El "usted" reservado a los blancos

Tras las palabras del monarca, Lumumba dio entonces un discurso inesperado, que no estaba en el programa, en que denunció las atrocidades de Leopoldo II, la humillación, el racismo, la tortura, la esclavitud, la violencia y la degradación que sufrieron los congoleños durante el periodo colonial.

“¿Quién olvidará los disparos contra nuestros hermanos, o las prisiones a las que brutalmente llevaron a todo aquel que no se quisiera someter a un régimen de injusticia?”, se preguntó en un vibrante y largo discurso interrumpido entre aplausos y vítores. “Conocimos la ironía, los insultos, los golpes que debíamos sufrir mañana, tarde y noche, porque éramos negros. ¿Quién olvidará que a los negros nos trataran de “tú”, no por ser amigos; sino porque el ‘usted’ solo era para las personas honorables, como los blancos”, prosiguió: “¡Africanos, despertemos; africanos, unámonos!”, finalizó Lumumba.

Las palabras del político fueron un jarro de agua fría para la ya ex colonia belga, que nunca había visto cómo alguien les desafiaba de aquel modo.

Pocos días después de la declaración de independencia, a principios de 1961, el Congo se convirtió en un caos en que todo el mundo quería el poder, y Lumumba fue secuestrado junto a dos de sus ministros.

El asesinato fue perpetrado por la CIA y enemigos del político, en connivencia con los servicios secretos belgas, que permitieron que mataran a un líder que consideraban incómodo. La geopolítica y el mundo bipolar jugó en su contra, en plena Guerra Fría, Washington temía que el carismático líder se acercara demasiado a la Unión Soviética.

El "trofeo"

Una de las personas presentes en la destrucción del cuerpo de Lumumba, fue el comisario de policía belga Gerard Soete, que guardó el diente del líder congoleño como una especie de macabro “trofeo”, como él mismo describió años más tarde.

Soete admitió en un documental en 1999 y en un libro llamado “El asesinato de Lumumba” que había guardado el diente en su casa en un vaso lleno de whisky; también varios dedos, aunque estos nunca se han encontrado.

El revuelo y el shock que provocó en la opinión pública del país el testimonio forzó a que se investigara. Finalmente, en 2002, tras casi dos años de investigación y un informe de mil páginas, el entonces primer ministro, Louis Michel, presentó “sus excusas” (pero no pidió perdón) a la familia Lumumba y al pueblo congoleño. En las pesquisas, se demostró la “la responsabilidad moral” de Bélgica en la muerte del primer ministro.

Lumumba se convirtió en la figura con la que varios actores internacionales querían acabar: Estados Unidos por su posible afinidad con la Unión Soviética, Bélgica que temía la reducción de su influencia en el continente, y otros enemigos políticos que despreciaban al político. Todos ansiaban mantener el poder.

En 2016, los hijos de Patrice Lumumba pidieron que se les devolviera el único resto que quedaba de su padre al Estado belga. Cuatro años más tarde, la justicia autorizó que se entregara el diente de Lumumba y que hoy ha culminado en una ceremonia solemne.

Una cajita de terciopelo azul

La cajita de terciopelo azul con el diente se ha guardado en un ataúd. El silencio de la Sala de los Espejos del Palacio de Egmont, en Bruselas era sepulcral cuando han entrado los restos. Entonces ha hablado el primer ministro belga, en compañía de su homólogo congoleño y de la familia. Los tres hijos Juliana, François y Roland, presentes. La madre, primera esposa de Lumumba, no pudo estar. Falleció en 2014, y estuvo de luto toda su vida. Según la tradición congoleña, hasta que un ser querido es enterrado no se puede acabar el luto. Hoy, casi 61 años después de su independencia de Bélgica, el Congo podrá enterrar a su líder.

Los restos de #lumumba toman el camino hacia la embajada de la #RDC para su regreso a suelo congoleño

“No es normal lo que ocurrió, no es normal que ocurriera en circunstancias oscuras, no es normal que se hayan tardado decenios en entregar a la familia los restos”, ha señalado el primer ministro belga, Alexander de Croo. “Un hombre fue asesinado por sus convicciones políticas. Eso como demócrata que soy es indefendible; como liberal, inaceptable; y como ser humano, demasiado duro”, ha declarado.

Para los hijos de Lumumba hay un cambio en su vida y en la historia del país. “Estamos a punto de escribir una nueva historia, pasamos a una nueva página”, ha asegurado François, el hijo mayor del líder congoleño.

Para su hermano, Roland, la entrega permite “finalmente cerrar el combate de la familia”. “Es la manera de restituir la memoria de nuestro padre”.

Bélgica empieza a rendir cuentas a su pasado. Se está tramitando una ley de entrega del patrimonio colonial expoliado al Congo, se están haciendo análisis para eliminar las estatuas como las de Leopoldo II y de esclavizadores de las calles y los Reyes de los belgas viajaron a principios de junio para fortalecer las relaciones con la ex colonia y asumió el papel de “explotador” de Leopoldo II. Bélgica ahora quiere mirar de frente a su pasado.




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