Recordó que el propio Julio Fernández, director de Aduanas, declaró que no dio curso a ningún de sus pedidos. “De ninguna forma se configura un intento de tráfico de influencia, en todo caso lo que hubo fue tráfico de inutilidad pues nunca consiguió nada”, manifestó.
Arévalo sostuvo que después de que denunciara la pérdida de una carga, Fernández se sintió presionado y comenzó a hablar del tráfico de influencia como “cortina de humo”.
Dijo además que la pérdida de esa mercadería del depósito de Aduana no fue un robo al comerciante, sino al Estado, y ni siquiera se tenía un seguro contra robos.
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