Principalmente, los camiones que ingresan al Brasil desde territorio paraguayo están siendo exhaustivamente controlados, ya que suelen ser utilizados por los narcotraficantes para el masivo envío de drogas (en su mayoría marihuana) a las capitales brasileñas. Los controles se intensifican principalmente en el puerto internacional de Santa Helena, Paraná, importante punto de ingreso de personas y productos desde Paraguay.

Mientras esto sucede en territorio brasileño, a nivel local la Secretaría Nacional Antidrogas (Senad) y la Policía Antinarcóticos “se contentan” con la persecución y aprehensión de microtraficantes de poca monta y el decomiso de pequeñas cantidades de crack, marihuana o cocaína.

Ayer se informó de la “espectacular aprehensión” de una carga de casi 500 kilos de marihuana, abandonada en una camioneta en la zona de Los Cedrales. No se conoce de ningún trabajo de inteligencia o investigativo de parte de los agentes especiales de ambos organismos antidrogas, quienes dejan que del lado brasileño se haga todo el trabajo de aprehensión de estupefacientes y captura de los traficantes.

Fuentes fidedignas aseguran que los jefes regionales inclusive estarían cobrando gruesas sumas a los narcos para permitirles seguir trabajando, situación que molestó a los brasileños, quienes hace tiempo dejaron de hacer “operativos conjuntos” con sus pares paraguayos, que más bien actúan de “campanas” para los traficantes, antes que buscar combatir en serio este delito transnacional.