Roberto González Vaesken estuvo ayer por la capital. Lo acompañó su hermano, el diputado Luis “Tiki” González Vaesken, y en la mesa estuvieron el presidente de la República, Santiago Peña; el titular de la ANR, Horacio Cartes; el vicepresidente Pedro Alliana, y referentes colorados, como Basilio “Bachi” Núñez, Juan Carlos “Cale” Galaverna y Beto Ovelar. La intención apunta a sellar su candidatura con el respaldo del oficialismo, a espaldas de la dirigencia de base colorada en Ciudad del Este.
El trasfondo del pacto político parece incluir el pase de Tiki González Vaesken al movimiento Honor Colorado, como moneda de cambio para respaldar la candidatura de su hermano. Pero esta jugada, más que unir, agudiza las viejas fisuras. Uno de los sectores más notorios en su ausencia es el clan Zacarías. Consultada sobre la reunión la diputada Rocío Abed, esposa de Justo Zacarías Irún, director de la Itaipu Binacional, abordó el tema con franqueza. Si bien Abed se mostró respetuosa con las decisiones partidarias, fue enfática al aclarar que no hubo participación ni invitación hacia su sector.
También se desligó de cualquier intento de postulación. “Gracias a Dios y por la confianza, por votos directos y legítimos estoy sentada acá. Me encanta mi trabajo legislativo y no estoy en condiciones ni físicas, ni psíquicas, ni económicas para asumir otra candidatura.” En otro tramo de su intervención, reconoció que hay expresiones de deseo que quieren ver fuera de carrera a ciertos sectores, pero advirtió que eso no ocurrirá tan fácilmente.
“No lo van a conseguir. Nosotros somos soldados del partido y del movimiento. No estamos adelante para ser coroneles o generales. Sabemos obedecer y construir con fuerza”, remarcó. En este contexto, la supuesta “unidad” del coloradismo en Ciudad del Este se revela como una estrategia desde arriba que choca con la realidad territorial.
La falta de consulta y la presión para cerrar filas alrededor de una figura sin amplio consenso local están generando grietas que podrían comprometer el resultado electoral. Para muchos dirigentes colorados esteños, la candidatura de González Vaesken nace débil no por falta de aval oficialista, sino porque intenta saltarse el paso más esencial en política: escuchar a la base. Y en Ciudad del Este, donde el coloradismo ya sufrió divisiones costosas, ese error puede tener consecuencias electorales difíciles de revertir.
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