El escándalo por las muertes causadas por ampollas adulteradas de fentanilo en Argentina no se detiene. A medida que avanza la investigación, la red que encabezan los hermanos García Furfaro se revela más compleja y, sobre todo, más internacional.

En el centro del entramado aparece un vínculo llamativo: Ariel García Furfaro, uno de los responsables del laboratorio, posó junto al expresidente  Horacio Cartes, investigado y sancionado por Estados Unidos por lavado de dinero y corrupción.

La imagen, tomada el 24 de noviembre de 2023, muestra una relación que va más allá de un simple encuentro. En paralelo al negocio farmacéutico en Argentina, los García Furfaro habían comenzado la instalación de una planta industrial en Ciudad del Este, en plena Triple Frontera, zona señalada desde hace años como núcleo de contrabando, narcotráfico y movimientos financieros sospechosos en el Cono Sur.

El proyecto, montado en el “Complejo Empresarial Global”, sobre la ruta PY02 en el kilómetro 331,5, estaba destinado a la producción de medicamentos biológicos, una categoría que incluye tratamientos fabricados a partir de organismos humanos y que, con ciertas adaptaciones, puede usarse para sintetizar desde ibuprofeno hasta fentanilo.

La planta, hoy paralizada tras el escándalo, había sido equipada con maquinaria importada desde China bajo el régimen SIRA —Sistema de Importaciones de la República Argentina—, que permitía el acceso a dólares oficiales para comprar bienes en el exterior. La maniobra, investigada por la justicia penal económica, permitió el ingreso de equipos sin declarar su destino real: no se instalarían en Argentina, como lo exigía la ley, sino en el país.

Según consta en el expediente, esa operación incluyó sobrefacturación, triangulación con paraísos fiscales como Panamá, y depósitos millonarios. HLB Pharma habría desviado más de 4,5 millones de dólares en maquinaria con esta modalidad.

A este esquema se suma el uso de contactos políticos para proteger los movimientos. En Argentina, un llamado del gobernador de Catamarca habría intentado frenar el avance de una causa aduanera; en Paraguay, la relación con Cartes podría haber facilitado la instalación del laboratorio en un parque industrial con escasos controles.

El entramado, que comenzó a destaparse tras las muertes de 52 personas y más de 70 intoxicaciones por fentanilo en ampollas, sigue creciendo. Documentos migratorios muestran más de una decena de viajes de Ariel y Damián García Furfaro a Paraguay, algunos junto a Ignacio Méndez Azarraga Pérez —un empresario español con millonarias deudas fiscales— y Mario Emilio Ochoa Arango, un guatemalteco conocido como “el mexicano”, representante de la empresa china que fabricó las máquinas instaladas en Ciudad del Este.

Los indicios de que el laboratorio en Paraguay formaba parte de una expansión del negocio que terminó en tragedia son cada vez más evidentes. Y con el vínculo político de por medio, el caso adquiere una nueva dimensión regional.

Investigación realizada por Camila Dolabjian y Diego Cabot para La Nación Argentina